julio 07, 2009

El armario que no rechinaba

La camiseta del Mikey Mouse que antes lucía una sonrisa jovial e infantil, ahora mostraba una mueca de dolor y horror, estaba despedazada casi por completo, y debajo solo llevaba unas braguitas. Su torso, sus brazos, sus piernas y su cara estaban llenos de rasguños, y estaba encogida en el rincón de la habitación. Las paredes eran lisas y blancas, con millones de pintadas en negro, y solo había un ventanal con unas cortinas amarillentas por culpa del tiempo, que ondeaban haciendo un frufrú que rompía el silencio de su llanto.

Las paredes llenas de pintadas negras, todas la martirizaban, tenía los ojos cansados de llorar y rojos, y la cabeza solo tenía lugar para las voces y los chillidos. Su cuerpo temblaba, y sus hombros no paraban de estirarse y contraerse con el llanto.

En la otra punta de la sala había un armario empotrado, sus puertas no hacía chirridos, y tampoco era una puerta fea, pero estaba llena de arañazos, llena de sus marcas, de puñetazos astillas desechas, y que habían destrozado las yemas de sus dedos y sus uñas que ahora estaban llenad de pequeñas astillas y pequeños coágulos de sangre. Tenía tantas marcas cómo las de la pared. “Tú”, “MONSTRUO”, “¡Los has matado!”, las paredes no paraban de recordarle todo. Ella los había arrojado a ese armario que no paraba de llamarla, ella los había matado.

-¡No! ¡No los he matado!-gritó encogiéndose más sobre si misma.

Luego rió locamente. Cuál loca se arrastró hasta la puerta del armario gateando, sintiendo sus heridas aullar de dolor. Se recostó en la puerta y rió de nuevo, escandalosamente.

-Si os maté yo, por que era demasiado cobarde… -musitó con voz débil- ¡Yo los maté! –gritó a la puerta arañándola con ambas manos.


Siguió gritando y arañando la puerta, siguió llamando a la oscuridad, lamentándose a ratos, y riendo locamente a otros. Aunque la puerta del armario no rechinara, aunque los miedos no fueran aparentes allí estaba ella, después de haberlos matado, riendo locamente tendida sobre el suelo después de haber arañado sin cesar la puerta.


Para quien tiene miedo, todo son ruidos.
Sófocles
- Poeta trágico griego.

8 comentarios:

Ary dijo...

esta guay ^^

La Caperucita que se enamoró del lobo. dijo...

:O Me he muerto de miedo, esas carcajadas de loca, toda la habitación, la camiseta...
Que encerraba en el armario?
Recuerdos? Miles de besos?

:*

Keiko dijo...

Bien, bien, hay que perfeccionar pequeños detalles como a quién mató y que había en el armario.
Un beso Len <3

Anónimo dijo...

mi niña, ya sabes k me encantan tus textos, i que desde hoy me declaro fan number 1!
solo te pregunto una cosita...:
a que temes?


NOELIA

cora dijo...

Me has dejado con la duda, el texto es genial.

Andie dijo...

Me gustan tus relatos. Felicidades.

Anónimo dijo...

he de decir q esta to wapa la historia XDD y que la lei a las 3 de la noche y imaginate como molaba que cuando leia estaba oyendo ruidos XDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDD y encima despues los truenos y llover ya...XDD sigue asi teta q vas a llegar lejos y te lo tengo dicho xD

besitoos tetaa<33

Andie dijo...

Mejor ser rara que común, ordinária...
¿No crees?
Y sí, estaría bien.
Lo pensé por eso.
¡Un beso! :)