A veces, en mi soledad, siempre me he preguntado cómo sería la mudez… Cómo sería el poder callar tus pensamientos no solo fónicamente sino internamente. Me hubiese gustado quedarme con la duda. Pero aún así a veces, creí volverme loco. Loco por no poderme expresar, y es que veréis mi voz, para mí, es lo más sagrado que tengo. Y eso que muchas veces deseé quedarme sin voz, no era del todo cierto, no lo deseaba con todas mis fuerzas, y es que no sabría vivir sin poder hablar o cantar.
De todas formas, decir esto me resulta extraño, pues disfruto de mi voz y de su sonido, de su eco en las grandes superficies y delante del micrófono.
Veréis, cuando uno padece mudez, su cabeza empieza a funcionar de otra manera, por que al no poder hablar, has de escoger las palabras exactas y redactarlas, siempre en su justa medida, para que no haya confusiones, puesto que la escritura carece de entonación.
De todas formas siempre detrás de tantas nubes mudas silenciosas en medio de una tormenta de truenos y rayos, siempre queda el pequeño rayo de sol que consigue filtrarse y poner un poco de paz y esperanza. O al menos esa es mi forma de verlo.